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Con el trasfondo de la intensificación de los estragos económicos causados por las inundaciones, las sequías y las invasiones de langostas a lo largo de África, la cumbre climática de la ONU de este año impulsará por primera vez la urgente necesidad de adaptarse y de reducir, al mismo tiempo, las emisiones, como punto primordial de las conversaciones globales. 

La COP27, en Sharm El-Sheikh, Egipto, del 6 al 18 de noviembre, dejará en claro que para África y los países en desarrollo de todo el mundo, ya no basta con aliviar la crisis climática. Necesitan adaptarse y desarrollar resiliencia de modo de sobrevivir y prosperar. 

Los daños producidos por el cambio climático toman distintas formas a lo largo de todo el continente. El Cuerno de África sufre una hambruna luego de tres años de sequía. Enormes nubes de langostas en el este de África, atraídas por las fuertes lluvias, han devorado los cultivos. Graves inundaciones en el sur de África este año han matado a cientos de personas y desplazado a decenas de miles. En tanto que las temperaturas más cálidas están atrayendo mosquitos portadores de malaria a nuevos lugares.

Estos desastres se ven agravados por los efectos del COVID-19 y el aumento de los costos internacionales de alimentos y combustibles fósiles. La Unión Africana estima que la pandemia le costará al continente tanto como 20 millones de empleos y 500 mil millones de dólares, con daños además para la inversión extranjera directa y al turismo.

Por consiguiente, la COP27 debe abordar el cambio climático como una crisis clara y presente; ya no como una amenaza lejana. Esto es lo que usted necesita saber sobre la adaptación climática.

¿Qué dice la ciencia sobre la adaptación al cambio climático? 

El mundo se enfrenta a múltiples e inevitables peligros climáticos en las próximas dos décadas si la temperatura global aumenta a 1,5 °C, advirtió este año el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC según su sigla en inglés). Algunos de esos cambios serán irreversibles incluso si la temperatura vuelve a bajar.

El impacto simultáneo de distintos extremos climáticos está provocando estragos en cascada que son cada vez más difíciles de manejar. Esto expone a millones de personas a una aguda inseguridad alimentaria y de agua, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, pequeños estados insulares y el Ártico, indicó el IPCC. 

Esto también está causando daños económicos. Los cultivos de maíz podrían reducirse en un cuarto para 2030, según la NASA. El calor húmedo está ligado actualmente a la pérdida de 650 mil millones de horas de trabajo (equivalente a 148 millones de empleos de tiempo completo), lo que supera una estimación anterior de 400 mil millones. Las inundaciones de este año en Durban, Sudáfrica, dañaron el puerto e interrumpieron el comercio entre África y China, mientras que el calor extremo en India hizo que el gobierno prohibiera las exportaciones de trigo.

Esto exige una acción inmediata para adaptarse al cambio climático, al mismo tiempo que se reducen las emisiones. De todos modos, hasta ahora, la adaptación ha atraído poca atención y financiación en comparación con la mitigación.

La presidencia de la COP27 de Egipto sostiene que la cumbre debería conducir a una agenda global mejorada para acciones sobre la adaptación, colocándola a la vanguardia de la acción global. 

¿Qué implica la acción sobre la adaptación?

Se trata de ayudar a las personas a adaptarse a los daños que son cada vez más comunes, de una manera que también impulse la reducción de emisiones y el desarrollo sustentable. La resiliencia garantiza que las comunidades y los países continúen prosperando a pesar de los estragos causados por el clima.

El trabajo de adaptación va desde sembrar cultivos que puedan soportar condiciones climáticas extremas y mantener la salud del suelo; a restaurar los manglares que protegen a las comunidades costeras del aumento del nivel del mar y sustentan la biodiversidad; al establecimiento de sistemas de alerta temprana para tormentas; a ampliar los espacios verdes en las ciudades de modo de absorber el calor y mejorar la calidad del aire.

Podría incluir cambios simples en el trabajo, como crear descansos obligatorios a la sombra, proporcionar agua potable gratuita, cambiar el trabajo a horas más frescas del día y proporcionar ropa protectora más fina. O podría implicar rediseños más fundamentales de las fábricas para mantenerse frescas mientras se mejora al mismo tiempo la eficiencia energética.

Uno de los desafíos para la adaptación es que las soluciones varían ampliamente entre comunidades, países y regiones según los daños y las necesidades, a diferencia de la mitigación, donde las soluciones como los paneles solares o las bombas de calor se pueden aplicar en todo el mundo. Eso significa que el trabajo de adaptación debe enforcarse mucho más en el ámbito local, con inversiones diseñadas para desarrollar la capacidad local a largo plazo.

¿Qué deberían hacer las naciones ricas y el G20 para ampliar la adaptación climática?

Las economías desarrolladas y las emergentes importantes tienen un ímpetu tanto económico como moral para ayudar a los países en mayor riesgo a adaptarse al cambio climático.

La adaptación es buena para los negocios. Invertir 1,8 billones de dólares en adaptación entre 2020 y 2030 podría generar 7,1 billones de dólares en beneficios, descubrió en 2019 la Comisión Global de Adaptación. Esto puede impulsar un desarrollo sustentable más amplio. El crecimiento económico de la agricultura, por ejemplo, podría ser hasta 11 veces más eficaz que cualquier otro sector para reducir la pobreza, según el Fondo Internacional de las Naciones Unidas de Desarrollo Agrícola.

Moralmente, los países que sienten los peores estragos del cambio climático son los que menos contribuyeron. También son los que más luchan para adaptarse al cambio climático y desarrollarse de manera sustenable con barreras para acceder a la financiación.

Los países desarrollados, junto con el G20, deben mostrar solidaridad con los que más sufren y tomar medidas. Esto debería incluir el cumplimiento de la promesa de movilizar 100 mil millones de dólares anuales en financiamiento climático para 2020, transferir tecnología y priorizar la transformación de energía limpia en la ayuda internacional para el desarrollo.

Las naciones ricas acordaron en la COP26 del año pasado en Glasgow duplicar el apoyo financiero para la adaptación a 40 mil millones de dólares por año. Pero todavía deben cumplir con este objetivo, y los países africanos han dicho que necesitan unos 700 mil millones de dólares al año a partir de 2025 para adaptarse.

¿Qué pueden hacer los países vulnerables para adaptarse al cambio climático?

La adaptación y la mitigación del cambio climático deben ir de la mano. Los esfuerzos para reducir las emisiones en estos países -como la transición de la energía de combustibles fósiles a las energías renovables y de los motores de combustión interna a los vehículos eléctricos- debieran implementarse con miras a promover la resiliencia y un desarrollo sustentable más amplio.

Los paneles solares y los paquetes de baterías, por ejemplo, pueden reducir simultáneamente la dependencia de los combustibles fósiles, brindar acceso a energía confiable en áreas desconectadas y permitir que las personas trabajen durante las horas más frescas con iluminación.

Hay varias formas en que los gobiernos, las empresas, los inversionistas y las comunidades pueden comenzar a impulsar la adaptación. Esto incluye pasos graduales, como información pública sobre eventos climáticos extremos, pintar techos de blanco, invertir para hacer que las casas y los lugares de trabajo sean más frescos y estén ubicados por encima de los niveles de inundación, o plantar árboles en las ciudades. Y más cambios transformadores, como la instalación de barreras contra inundaciones y espolones o la reubicación de pueblos y aldeas en riesgo.

Pero si bien muchos países vulnerables, como los pequeños estados insulares en desarrollo, ya están estableciendo metas y planes para adaptarse y reducir las emisiones, carecen de acceso a financiamiento, tecnología y capacidad. Muchos están luchando bajo una creciente deuda.

La COP27 es un momento para que los gobiernos, las empresas y los inversores se unan para enfrentar esos obstáculos de modo de financiar y descubrir qué debe cambiar para desbloquear la acción sobre la adaptación ahora. Como lo dejará muy claro el telón de fondo africano de la COP27, la crisis climática ya comenzó.

 

O que implica a ação de adaptação?

Trata-se de ajudar as pessoas a adaptarem-se aos impactos que são cada vez mais comuns – de uma forma que também impulsione a redução de emissões e o desenvolvimento sustentável. A resiliência assegura que as comunidades e os países continuem a prosperar apesar dos impactos climáticos. 

Os trabalhos de adaptação vão desde a plantação de cultivares que podem resistir a condições meteorológicas extremas e manter a saúde do solo; à restauração de manguezais que protegem as comunidades costeiras do aumento do nível do mar e sustentam a biodiversidade; à criação de sistemas de alerta precoce para tempestades; à expansão de espaços verdes nas cidades para absorver calor e melhorar a qualidade do ar. 

Estas adaptações podem incluir mudanças simples no trabalho, tais como a criação de pausas de descanso obrigatórias à sombra, fornecimento de água potável gratuita, mudança de turno para horas mais frias do dia, e fornecimento de vestuário de proteção mais leve. Podem também exigir remodelações mais fundamentais das fábricas para se manterem frescas, melhorando ao mesmo tempo a eficiência energética. 

Um dos desafios da adaptação é que as soluções variam muito entre comunidades, países e regiões em função dos impactos e necessidades – ao contrário da mitigação, onde soluções como painéis solares ou bombas de calor podem ser aplicadas em todo o mundo. Isto significa que o trabalho de adaptação precisa de ser mais liderado localmente, com investimentos concebidos para desenvolver a capacidade local a longo prazo. 

O que as nações ricas e o G20 devem fazer para aumentar a adaptação climática? 

As economias desenvolvidas e as grandes economias emergentes têm motivos tanto econômicos como morais para ajudar os países de maior risco a adaptarem-se às mudanças climáticas.

A adaptação é boa para os negócios. Investir 1,8 trilhões de dólares em adaptação entre 2020 e 2030 poderia gerar US$ 7,1 trilhões em benefícios, o Centro Global de Adaptação descobriu em 2019. Isto pode levar a um desenvolvimento sustentável mais amplo. O crescimento econômico da agricultura, por exemplo, poderia ser até onze vezes mais eficaz na redução da pobreza do que qualquer outro setor, de acordo com o Fundo Internacional de Desenvolvimento Agrícola das Nações Unidas

Moralmente, os países que sofrem os piores impactos das mudanças climáticas são os que menos contribuíram. São também os que mais lutam para se adaptarem às mudanças climáticas e se desenvolverem de forma sustentável com barreiras no acesso ao financiamento. 

Os países desenvolvidos, juntamente com o G20, precisam demonstrar solidariedade para com aqueles que mais sofrem e tomar medidas. Isto deve incluir o cumprimento da promessa de mobilizar US$ 100 bilhões por ano de financiamento climático até 2020, a transferência de tecnologia, e dar prioridade à transição para energia limpa nos subsídios internacionais ao desenvolvimento. 

Os países ricos concordaram, na COP26 do ano passado em Glasgow, em dobrar o apoio financeiro para a adaptação para US$ 40 bilhões por ano. Mas elas ainda têm que cumprir aquela meta, e os países africanos estão dizendo que precisam de cerca de US$ 700 bilhões por ano a partir de 2025 para realizar a adaptação.

O que os países vulneráveis podem fazer para se adaptarem às mudanças climáticas?

A adaptação e a mitigação do clima devem andar de mãos dadas. Os esforços para reduzir as emissões nestes países – tais como a transição da energia dos combustíveis fósseis para as energias renováveis, e dos motores de combustão interna para os veículos elétricos – devem ser implementados tendo em vista o avanço da resiliência e um desenvolvimento sustentável mais amplo. 

Painéis solares e baterias, por exemplo, podem simultaneamente reduzir a dependência de combustíveis fósseis, fornecer acesso à energia confiável em áreas desconectadas, e permitir que as pessoas trabalhem durante as horas mais frias com iluminação. 

Há várias maneiras com que governos, empresas, investidores e comunidades possam começar a promover a adaptação. Isto inclui passos incrementais, tais como informação pública sobre eventos climáticos extremos, pintar telhados de branco, investir para tornar as casas e locais de trabalho mais frescos e acima dos níveis de inundação, ou plantar árvores nas cidades. Além disso, há mudanças mais transformativas, tais como a instalação de barreiras contra inundações e quebra-mares, ou o deslocamento de cidades e aldeias em risco. 

No entanto, embora muitos países vulneráveis, tais como pequenos países insulares em desenvolvimento, já estejam estabelecendo objetivos e planos para se adaptarem e reduzirem as emissões, falta-lhes o acesso ao financiamento, à tecnologia e à capacidade. Muitos estão tendo dificuldades por causa das dívidas crescentes.

A COP27 é um momento para governos, empresas e investidores se reunirem para enfrentarem esses obstáculos ao financiamento, e descobrirem o que precisa mudar a fim de desbloquear a ação de adaptação imediatamente. Como o pano de fundo africano para a COP27 deixará muito claro – a crise climática já está em curso.