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Una transición de combustibles fósiles y biocombustibles a energías renovables y una agricultura regenerativa aliviará la crisis alimentaria mundial. La cumbre climática de la ONU de este año podría ayudar a desencadenar el cambio.

La COP27, del 6 al 18 de noviembre, en Sharm El-Sheikh, Egipto, tiene lugar en medio de la tercera crisis alimentaria mundial en poco más de una década, y la peor en potencia. Esto se debe a los efectos del COVID-19, la invasión rusa de Ucrania, el aumento en los precios de los combustibles fósiles y las interrupciones adicionales en el suministro de alimentos causadas por las severidades del clima.

La agricultura es un área predominante en la mayor parte de África que representa más de dos tercios de los puestos de trabajo entre la población. Esto significa que una reunión COP centrada en las necesidades de África para adaptarse y desarrollar resiliencia frente a los daños del cambio climático, además de desarrollar sustentabilidad, tendrá que abordar las amenazas a la agricultura y soluciones para la seguridad alimentaria.

Esto es lo que usted necesita saber sobre los vínculos entre los sistemas alimentarios, el cambio climático y los combustibles fósiles.

¿Cómo se conectan los combustibles fósiles, la guerra en Ucrania y el futuro de la agricultura sustentable?

La invasión rusa a Ucrania puso al descubierto la fragilidad del sistema alimentario centralizado y dependiente de combustibles fósiles, así como la necesidad de un sistema más diverso, descentralizado y amigable con la naturaleza.

Los precios mundiales de los alimentos aumentaron alrededor de un 65% durante los dos años transcurridos hasta julio último, y un 12% desde que Rusia invadió por primera vez. Las restricciones logísticas en Ucrania son parte del problema, ya que Rusia y Ucrania representan alrededor de un tercio de las provisiones mundiales de trigo. El otro problema es el aumento de los precios de los combustibles fósiles y la resultante suba en los precios de los fertilizantes. Los precios de los fertilizantes se han más que triplicado desde mediados de 2020, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). 

La producción de mayor cantidad de fertilizante inorgánico vinculado a los precios del gas empeorará el problema. Este es un momento, en cambio, para promover e invertir en métodos agrícolas sustentables.

Se ha demostrado que la agricultura sustentable aumenta el rendimiento de los cultivos y da buenos resultados. En un estudio realizado con 21 millones de pequeños agricultores en China, los rendimientos promedio aumentaron alrededor de un 11 % a lo largo de una década, mientras que los fertilizantes de combustibles fósiles disminuyeron alrededor de una sexta parte. De todos modos, los agricultores necesitan educación y capacitación para hacer la transición.

¿Cómo afectan los daños del cambio climático y los precios de los combustibles fósiles al desarrollo económico y las cadenas de suministro?

El cambio climático y los altos precios de los combustibles fósiles están generando hambre, especialmente en los países en desarrollo. Esto limita su desarrollo. 

El cambio climático ya ha expuesto a millones de personas a una inseguridad alimentaria severa, especialmente en partes de África, Asia, América Central y del Sur, pequeños estados insulares y el Ártico, según alertó en febrero de 2022 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático. El sector agrícola ya representa alrededor de una cuarta parte, promedio, de los daños y pérdidas causados por desastres relacionados con el clima.

Este año, la guerra de Rusia en Ucrania desencadenó un aumento en el costo de la vida, la energía y los alimentos en todo el mundo, agravado por fenómenos climáticos extremos como el calor y la sequía en China y las nubes de langostas en África y Italia.

Como resultado, la cantidad de personas con inseguridad alimentaria se más que triplicó entre 2017 y 2021 y podría aumentar otro 17 % este año debido a la guerra en Ucrania, alcanzando los 323 millones de personas, según el Programa Mundial de Alimentos

Los problemas se intensificarán sin esfuerzos para frenar el cambio climático y adaptarse y desarrollar resiliencia frente a sus efectos. Una transición hacia una agricultura sustentable y regenerativa y  sistemas alimentarios más localizados es capaz de mejorar la seguridad alimentaria al mismo tiempo que reducir la huella del carbono en el sector alimentario y agrícola y apoyar la biodiversidad.

¿Cómo pueden las energías renovables ayudar a mejorar la estabilidad mundial de los alimentos, la energía, las cadenas de suministro y la seguridad nacional?

La electrificación limpia puede brindar energía y seguridad nacional, sin comprometer la seguridad alimentaria.

La transición hacia energías renovables descentralizadas y flexibles reducirá la dependencia de los países de las volátiles importaciones de combustibles fósiles y brindará acceso a la energía en zonas rurales que aún están desconectadas. La electrificación del transporte, en particular, en lugar de una suba de los biocombustibles, también mantendrá las tierras de cultivo para alimentar a una población en crecimiento.

Se prevé ya que la demanda de biocombustibles aumentará un 5% en 2022 y un 3% en 2023, debido a la suba del precio de los combustibles, según la AIE. Esto tiene lugar en momentos en que el costo de la materia prima para biocombustibles -básicamente maíz, azúcar, aceites vegetales y aceite de cocina usado- ronda máximos históricos.

El auge de los biocombustibles está impulsando la competencia por las tierras de cultivo, con cantidades limitadas de energía producida, según el Instituto de Recursos Mundiales. EE. UU., por ejemplo, utiliza entre el 30 y el 40 % de su maíz para producir etanol, que produce sólo el 5 % del combustible para el transporte del país. Europa utiliza el 10% de su cereal como combustible.

Relajar o eliminar los requisitos de mezcla de biocombustibles resulta clave para alentar un cambio hacia el transporte eléctrico y mantener la tierra para la alimentación. Hasta mayo, diez gobiernos habían considerado relajar, retrasar o posponer los mandatos de biocombustibles debido a los altos precios, según la AIE. Y este año, países del G7, incluidos Reino Unido y Alemania, consideraron exenciones temporales.

¿Qué pueden comprometerse a hacer los gobiernos en la COP27 para estabilizar los sistemas alimentarios y energéticos?

El sistema alimentario y agrícola figurará en el centro de la COP27. La cumbre egipcia incluye por primera vez un día temático para la agricultura y los sistemas alimentarios combinados con la adaptación –lo que muestra la intención de la Presidencia de destacar la necesidad de cambiar a una agricultura sustentable y regenerativa y ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a los efectos del cambio climático.

La COP27 puede ayudar a cerrar la brecha anual de 1700 millones de dólares en financiamiento para la agricultura resiliente al clima en África y Medio Oriente. Para hacerlo, la cumbre debe ofrecer tres pasos clave.

En primer lugar, los países deben intensificar sus planes de acción sobre el clima conforme al Acuerdo de París e incluir indicadores específicos sobre cómo transformarán sus sistemas alimentarios. En segundo lugar, los compromisos asumidos en la COP26 por gobiernos, empresas, inversores, financistas y otros deben traducirse en planes de implementación, respaldados por sistemas de evaluación, monitoreo y finanzas. En tercer lugar, los financistas deben canalizar el financiamiento a través de iniciativas que apoyen prácticas agrícolas inteligentes respecto del clima.

Esto ayudará a asegurar el suministro de alimentos y abordar las emisiones del sector, que representan el 37 % del total mundial.

O que implica a ação de adaptação?

Trata-se de ajudar as pessoas a adaptarem-se aos impactos que são cada vez mais comuns – de uma forma que também impulsione a redução de emissões e o desenvolvimento sustentável. A resiliência assegura que as comunidades e os países continuem a prosperar apesar dos impactos climáticos. 

Os trabalhos de adaptação vão desde a plantação de cultivares que podem resistir a condições meteorológicas extremas e manter a saúde do solo; à restauração de manguezais que protegem as comunidades costeiras do aumento do nível do mar e sustentam a biodiversidade; à criação de sistemas de alerta precoce para tempestades; à expansão de espaços verdes nas cidades para absorver calor e melhorar a qualidade do ar. 

Estas adaptações podem incluir mudanças simples no trabalho, tais como a criação de pausas de descanso obrigatórias à sombra, fornecimento de água potável gratuita, mudança de turno para horas mais frias do dia, e fornecimento de vestuário de proteção mais leve. Podem também exigir remodelações mais fundamentais das fábricas para se manterem frescas, melhorando ao mesmo tempo a eficiência energética. 

Um dos desafios da adaptação é que as soluções variam muito entre comunidades, países e regiões em função dos impactos e necessidades – ao contrário da mitigação, onde soluções como painéis solares ou bombas de calor podem ser aplicadas em todo o mundo. Isto significa que o trabalho de adaptação precisa de ser mais liderado localmente, com investimentos concebidos para desenvolver a capacidade local a longo prazo. 

O que as nações ricas e o G20 devem fazer para aumentar a adaptação climática? 

As economias desenvolvidas e as grandes economias emergentes têm motivos tanto econômicos como morais para ajudar os países de maior risco a adaptarem-se às mudanças climáticas.

A adaptação é boa para os negócios. Investir 1,8 trilhões de dólares em adaptação entre 2020 e 2030 poderia gerar US$ 7,1 trilhões em benefícios, o Centro Global de Adaptação descobriu em 2019. Isto pode levar a um desenvolvimento sustentável mais amplo. O crescimento econômico da agricultura, por exemplo, poderia ser até onze vezes mais eficaz na redução da pobreza do que qualquer outro setor, de acordo com o Fundo Internacional de Desenvolvimento Agrícola das Nações Unidas

Moralmente, os países que sofrem os piores impactos das mudanças climáticas são os que menos contribuíram. São também os que mais lutam para se adaptarem às mudanças climáticas e se desenvolverem de forma sustentável com barreiras no acesso ao financiamento. 

Os países desenvolvidos, juntamente com o G20, precisam demonstrar solidariedade para com aqueles que mais sofrem e tomar medidas. Isto deve incluir o cumprimento da promessa de mobilizar US$ 100 bilhões por ano de financiamento climático até 2020, a transferência de tecnologia, e dar prioridade à transição para energia limpa nos subsídios internacionais ao desenvolvimento. 

Os países ricos concordaram, na COP26 do ano passado em Glasgow, em dobrar o apoio financeiro para a adaptação para US$ 40 bilhões por ano. Mas elas ainda têm que cumprir aquela meta, e os países africanos estão dizendo que precisam de cerca de US$ 700 bilhões por ano a partir de 2025 para realizar a adaptação.

O que os países vulneráveis podem fazer para se adaptarem às mudanças climáticas?

A adaptação e a mitigação do clima devem andar de mãos dadas. Os esforços para reduzir as emissões nestes países – tais como a transição da energia dos combustíveis fósseis para as energias renováveis, e dos motores de combustão interna para os veículos elétricos – devem ser implementados tendo em vista o avanço da resiliência e um desenvolvimento sustentável mais amplo. 

Painéis solares e baterias, por exemplo, podem simultaneamente reduzir a dependência de combustíveis fósseis, fornecer acesso à energia confiável em áreas desconectadas, e permitir que as pessoas trabalhem durante as horas mais frias com iluminação. 

Há várias maneiras com que governos, empresas, investidores e comunidades possam começar a promover a adaptação. Isto inclui passos incrementais, tais como informação pública sobre eventos climáticos extremos, pintar telhados de branco, investir para tornar as casas e locais de trabalho mais frescos e acima dos níveis de inundação, ou plantar árvores nas cidades. Além disso, há mudanças mais transformativas, tais como a instalação de barreiras contra inundações e quebra-mares, ou o deslocamento de cidades e aldeias em risco. 

No entanto, embora muitos países vulneráveis, tais como pequenos países insulares em desenvolvimento, já estejam estabelecendo objetivos e planos para se adaptarem e reduzirem as emissões, falta-lhes o acesso ao financiamento, à tecnologia e à capacidade. Muitos estão tendo dificuldades por causa das dívidas crescentes.

A COP27 é um momento para governos, empresas e investidores se reunirem para enfrentarem esses obstáculos ao financiamento, e descobrirem o que precisa mudar a fim de desbloquear a ação de adaptação imediatamente. Como o pano de fundo africano para a COP27 deixará muito claro – a crise climática já está em curso.